“La pandemia nos urge a hacer una apuesta por el medio ambiente. Hemos aprendido mucho, y de la peor manera, sobre el valor de la economía y la necesidad de que el desarrollo, la economía, la industria y el resto de la esfera de las acciones humanas sean sustentables”. El diagnóstico es del legislador José Ascárate y, precisamente, pensar a Tucumán y a la región para lo que él denomina como “la Argentina DC” (después del coronavirus) es el espíritu que anima el paquete de proyectos que elabora. “Mi idea es introducir en la agenda parlamentaria provincial iniciativas vinculadas con la infraestructura y la producción, en todos los casos orientados a cambiar de mentalidad para lo que viene después de la covid-19”, puntualiza el radical.
De las numerosas propuestas en que trabaja, el ex subsecretario de Infraestructura del Plan Belgrano hace hincapié en tres, que ya han sido presentados formalmente ante la Legislatura, acompañados con la firma de presidentes de comisión y de titulares de otras bancadas. La primera consiste en declarar de interés provincial el desarrollo y la producción de bioplásticos y envases biodegradables, usando como materiales el bagazo y los subproductos de la industria sucroalcoholera.
“En Tucumán, al bagazo se lo tira como desperdicio o se lo quema como combustible para calderas de ingenios. En realidad, con esa materia prima se pueden elaborar productos que reemplacen los que hoy se hacen a partir del poliestireno expandido y del polietileno, y que sean completamente biodegradables y por ende amigables con el medio ambiente”, sostiene el integrante del bloque Hipólito Yrigoyen.
Ascárate plantea, por un lado, que los productos elaborados a partir de hidrocarburos, como los envases y las bolsas, tienen períodos que van desde los cinco siglos hasta un milenio, y son altamente tóxicos y cancerígenos. En cambio, si esos productos se suplieran con otros elaborados con bioplásticos, derivados de catalizadores de alcoholes y melazas, el impacto en el medio ambiente es sensiblemente menor y lo biodegradación se mide en pocos años. Por caso, advierte, Brasil, Colombia, México y Perú son algunos de los países del continente que han avanzado mucho en esta materia. Tucumán, que produce hasta 20 millones de toneladas anuales de bagazo y maloja, nada ha recorrido de ese camino. Sólo una pequeña porción es reutilizada en la región (aquí, por Papel del Tucumán; y en Jujuy por Ledesma) para la fabricación de papel, “con excelentes resultados económicos y ambientales”.
“Durante años hemos sufrido la postergación de oportunidades para explotar el potencial de nuestra industria madre, que es la sucroalcoholera, por el lobby de las petroleras y las petroquímicas, que durante décadas se resistieron, inclusive, al desarrollo del alcohol como combustible. Lo que viene es un mundo que quiere otra relación con la naturaleza. No sé si tendremos otra oportunidad para desarrollar todo lo que Tucumán tiene para dar en esta materia”, sostiene, por otro lado, el parlamentario.
El proyecto de Ascárate prevé el reemplaza del 50% de los plásticos tradicionales en la provincia en un plazo de dos años. “Ya mandé copia de la propuesta a los principales industriales azucareros del NOA, al gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, y al rector de la UNT (José García) y al decano y al vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la UNT (Miguel Ángel Cabrera y Eduardo Martel). Voy recibiendo respuestas muy entusiastas”, manifestó.
Privilegiar la producción de la provincia es, precisamente, el valor que vertebra el segundo de los “proyectos DC” del radical, al que denomina “Compre Tucumán”. (Se informa por aparte)
Otro transporte
El tercero de los proyectos que impulsa Ascárate busca que el sistema de ductos múltiples que recorren bajo tierra una parte importante del territorio nacional, y que actualmente se usan para el transporte de petróleo y derivados, sea empleado para el transporte de bioetanol de caña de azúcar y de maíz.
Actualmente, según la estimación del parlamentario, se produce alrededor de 1,2 millón de metros cúbicos de bioetanol. La mitad (600 millones de litros), derivada de la industria cerealera, se concentra principalmente en Córdoba y San Luis. La otra mitad, que elabora la industria sucroalcoholera, se focaliza en el NOA: el 70% corresponde a Tucumán y el resto a Jujuy.
Ascárate plantea que con la modalidad actual, que es el transporte por rutas, se necesitan 70 camiones con cisternas de 30.000 litros por día hábil desde el Noroeste hacia Buenos Aires, y otros 70 desde Córdoba hacia el mismo destino, para trasladar la producción.
El transporte ferroviario es casi nulo, pero en caso de que toda la producción se realizará sobre vías, se necesitaría, por cada día hábil, un tren con 42 vagones desde el NOA y otro idéntico desde Córdoba para mover el bioetanol hasta Buenos Aires.
“En cambio, el uso de los poliductos existentes y de sus estaciones de bombeo en el 100% de capacidad permitiría disminuir a cero el transporte terrestre del bioetanol”, contrasta Ascárate.
Esto, sostiene el autor de la iniciativa, bajaría el costo final del transporte de bioetanol de caña a un 30% del valor actual (de $ 2,4 a $ 0,80 por litro); reduciría el impacto ecológico que provocan los centenares de camiones que se usan hoy; menguaría el efecto destructivo del transporte de carga en la red primaria nacional, y aliviaria la carga de vehículos en esas rutas, con la consecuente reducción de la siniestralidad, entre otros beneficios.
La producción de bioetanol de Salta y de Jujuy ingresaría a la red de poliductos a través de las estaciones de bombeo de Campo Durán - Güemes; mientras que la de Tucumán lo haría por las estaciones de bombeo de Banda del Río Salí - Leales.
Dado el alcance nacional de la propuesta, Ascárate promueve que la Legislatura resuelva pedir a la Nación el uso de los poliductos con este fin. “Fueron construidos por el Estado en la década de los 60, mucho antes de las privatizaciones”, concluyó.